Cómo preservar tradiciones en tiempos globales
- Julian Sobrino Díaz

- 19 ago
- 4 Min. de lectura

Toluca y su identidad cultural:
Defender lo que somos mientras dialogamos con el mundo.
Toluca no es solo una ciudad, lo entendí desde el primer día que la caminé sobre avenida Morelos solo y aún siendo un niño buscando el estadio en dirección contraria a la circulación vehicular, a cada paso todo era mi primera vez en mi nueva casa, moría de frío y de emoción, algo me decía que aquí había encontrado mi tierra prometida, mi futuro y mi presente, porque si soy de los Toluqueños que la vida decidió que no naciéramos aquí a pesar de ser la casa de mis bisabuelos.
Gran cantidad de nuestra población somos inmigrantes de otros lugares como Ciudad de México que llenó a Toluca de Chilangos después del terremoto del 85, pero también, michoacanos, poblanos y oaxaqueños, sin olvidar a quiénes llegaron por oleadas de países árabes y europeos, específicamente españoles y libaneses que encontramos en Toluca el Valle dónde prosperar y construir una vida.
Exterior de Cosmovitral "Mercado 16 de septiembre" entre 1933 y 1975 Exterior de Cosmovitral "Mercado 16 de septiembre" hoy
Toluca, mi Toluca es memoria, sabor, historia y tradición, es el olor a chorizo y lavanda que se cuela por las calles del centro, es la imponente Catedral que nos mira desde el cielo, es el Nevado que nos recuerda cada mañana que estamos rodeados de grandeza. Sin embargo, en medio de la globalización y siendo la capital del Estado más importante del país por su población y crecimiento económico, además del desarrollo digital que nos hace a todos ciudadanos del mundo a la distancia de un sólo click, surge una pregunta inevitable:
¿Cómo preservar la identidad cultural de Toluca sin quedarnos atrapados en el pasado? y ¿Cuáles son nuestros verdaderos elementos identitarios?
El riesgo de diluirse en lo global
Según datos de la UNESCO, cada dos semanas desaparece en el mundo una lengua, y con ella una parte invaluable de la cultura, aunque en Toluca no enfrentamos la pérdida de una lengua originaria a gran escala, sí estamos viendo cómo costumbres, oficios y hasta expresiones propias se desvanecen ante la estandarización global.
El reto no es menor, la juventud crece conectada a TikTok, Netflix o Spotify, lo que no es negativo en sí mismo, pero puede generar un desinterés por lo propio y aquí es donde la ciudad, la sociedad civil y los sectores cultural y empresarial tienen un papel fundamental: defender lo que somos mientras dialogamos con el mundo.
La tradición como valor competitivo
Algunos piensan que preservar tradiciones es un acto romántico, pero es mucho más que eso: es también una estrategia económica y de identidad. La gastronomía de Toluca, sus artesanías, sus festividades religiosas y cívicas, son parte del patrimonio que atrae turismo, inversión y orgullo local, si todos los centros de ciudad de fueran iguales, rodeadas de tiendas chinas y vendedores ambulantes ofreciendo piratería y fayuca en el piso, ¿qué sentido tendría visitarlas?
Por ejemplo, ¿sabías que, según datos del INEGI, el turismo cultural representa más del 15% del turismo total en México?, si Toluca logra proyectar mejor su riqueza cultural, desde su arquitectura, historia, arqueología, gastronomía, eventos, ferias y festivales, no sólo estaremos preservando nuestras raíces, sino también generando desarrollo económico.
Sabían que durante el Porfiriato entre 1889 y 1904 Toluca era llamada popularmente “La Pequeña Francia” y “Toluca la Bella” por la arquitectura, orden, progreso y modernización, además de un ambiente cultural y social que recordaban ésta importante ciudad europea.
Plaza de los Mártires en 1960 Plaza de los Mártires hoy
Modernidad y tradición: un matrimonio posible
El error sería pensar que tradición y globalización están condenadas a pelearse cuando es todo lo contrario, hoy podemos usar la tecnología para amplificar nuestras raíces. Un buen ejemplo son los festivales locales que ya se comunican y transmiten en línea, los emprendedores que venden artesanías toluqueñas en marketplaces internacionales o los jóvenes que llevan la cultura local en formato de reels y shorts.
El reto no es negar lo global, sino hacer de lo propio algo globalmente atractivo, imaginar a un turista en Japón conociendo el chorizo verde de Toluca o cómo se enciende el Estadio cuando el equipo Rojo salta a la cancha por un video viral no es descabellado, es una oportunidad.
La identidad como escudo social
Más allá de lo económico, la identidad cultural cumple una función profunda: da sentido de pertenencia. En tiempos donde la desconfianza y la polarización parecen crecer, recordar quiénes somos y de dónde venimos nos permite construir comunidad. Una ciudad con raíces firmes es una ciudad más unida, más orgullosa y más resiliente.
¿Qué podemos hacer?
Educar con orgullo: llevar las tradiciones a las escuelas, no solo como asignatura, sino como vivencia.
Consumir local: cada vez que compramos un producto toluqueño estamos invirtiendo en nuestra cultura.
Difundir con creatividad: usar las redes sociales no solo para replicar modas, o peor aún criticar lo malo de nuestra ciudad, eso lo tienen todas las ciudades del mundo, mejor hablemos bien de Toluca.
Incluir a los jóvenes: que ellos mismos reinventen las tradiciones y los elementos que nos distinguen y dan identidad a esta generación con su lenguaje y su energía.
En conclusión Toluca debe abrazar el futuro desde sus raíces, con identidad cultural, no como un museo congelado sino como un árbol vivo que necesita cuidados constantes, globalizarse no significa perderse, significa abrirse al mundo con el orgullo de lo que somos, la pregunta es si estaremos dispuestos a defender y proyectar esa identidad con la misma pasión con la que otros exportan sus culturas, porque al final, la globalización puede ser un río caudaloso, pero la raíz que no se cuida se arranca y Toluca merece seguir en pie, firme y orgullosa, como el sol del Cosmovitral, los majestuosos portales, nuestra gente y el Nevado símbolo de nuestra grandeza.




























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