Vive sabroso, dile adiós al sobrepeso y a la obesidad
- Armando Muñoz
- 5 sept
- 3 Min. de lectura

Mexicaneidad
Actualmente el sobrepeso y la obesidad son, en las sociedades industrializadas, un problema de interés sanitario por su creciente prevalencia, por sus graves consecuencias y por afectar a las personas de todas las edades (incluidas la infantil y juvenil). Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), ambas condiciones han alcanzado cifras de epidemia, los datos de 2022 señalan que más de 2,500 millones de personas adultas tenían sobrepeso y, de ellas, al menos 890 millones se consideraban obesas.
México no es la excepción, se estima que siete de cada diez adultos y uno de cada tres niños presentan una, otra o ambas condiciones. Por ello, es impostergable llevar a cabo una modificación voluntaria de prácticas, actitudes y hábitos de alimentación inapropiados; a fin de prevenir y, en la medida de lo posible, reducir tan alarmantes estadísticas. Se sabe que un adecuado estado de nutrición es vital para todos los seres humanos y las sociedades a las que pertenecen, porque repercute en el mantenimiento biológico de los individuos y porque influye en el desarrollo social y económico de cada nación.
Ambos padecimientos se definen como una acumulación anormal o excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud. La causa fundamental es un desequilibrio energético entre calorías consumidas y gastadas (en el mundo se ha producido un aumento en la ingesta de alimentos hipercalóricos que son ricos en grasa, sal y azúcares, pero pobres en vitaminas, minerales y otros micronutrientes, y un descenso en la actividad física como resultado de la naturaleza cada vez más sedentaria de muchas formas de trabajo, de los nuevos modos de desplazamiento y de una creciente urbanización).
Transformemos la realidad actual en un mejor futuro, empezando por entender que la nutrición no significa restringir la comida o estar a dieta rigurosa, sino comer lo que se necesita según las características de cada persona. Comencemos a verla como un proceso de aprendizaje en donde deberán participar activamente los miembros de cada familia (padres e hijos), los docentes, el gobierno, las ONG´s, los productores agropecuarios, etc.; para poder disfrutar de los alimentos en porciones y proporciones indicadas, cocinados de la manera indicada, para mejorar la salud de todos y la de nuestro país.
Esto implica reducir el índice de personas con sobrepeso y obesidad, redefiniendo la educación alimentaria, vigilando los indicadores de malnutrición y mejorando la disponibilidad de alimentos y el acceso a los mismos. Sin duda alguna, para llevar a cabo esta gran tarea la cultura mexicana puede ser un excelente aliado. Reconozcamos entonces las necesidades de cada quien y mantengamos en equilibrio la interacción social, modifiquemos los patrones de ingesta y conducta alimentaria, fomentemos las comidas familiares regulares (la alimentación es un hábito que se adquiere en el seno familiar), eduquemos a nuestros hijos en un clima propio de virtudes, tomemos acuerdos sobre cómo y para qué educar a los hijos, establezcamos relaciones de confianza con las instituciones educativas mediante las cuales deleguemos autoridad, funciones y objetivos familiares, facilitemos una interrelación de apoyo y comunicación entre los maestros y alumnos para que esa buena educación que se desea se lleve a cabo de manera integral (ayudemos a desarrollar buenos ciudadanos y buenos seres humanos), promovamos mejores condiciones de trabajo para los docentes (instalaciones, capacitación, etc.), fortalezcamos como padres de familia el acompañamiento en las tareas educativas, preparemos estudiantes con actitudes favorables para su formación, garanticemos entidades públicas fortalecidas y modernizadas, recordemos a las autoridades que el bien de las familias constituye una parte indispensable del bien común de toda la sociedad, promovamos el sano, seguro y perdurable desarrollo regional, participemos decididamente en cuestiones de interés público, reconozcamos y estimulemos el trabajo de todas las organizaciones no gubernamentales, ayudemos a incrementar los niveles de rentabilidad de nuestros campos destinados a la actividad agropecuaria, establezcamos las condiciones para incrementar las inversiones en investigación, transferencia y asimilación de tecnología alimentaria y propiciemos la modernización empresarial.
La tarea es de todos si realmente queremos vivir sabroso y decirle adiós al sobrepeso y a la obesidad.





















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