El Buen Fin 2025: motor de reactivación económica para el Estado de México
- Sinergia Tv

- 18 nov
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El Buen Fin volvió a convertir a noviembre en un termómetro del consumo y de la salud del comercio formal en México. En su edición XV —celebrada del 13 al 17 de noviembre— la iniciativa no sólo ofreció descuentos y promociones: volvió a poner en movimiento cadenas productivas locales, plazas comerciales, micros y pequeñas empresas que dependen en buena medida de esta temporada para cerrar el año. A nivel nacional las proyecciones y registros marcaron cifras históricas; en el Estado de México, las expectativas se reflejaron en una derrama significativa y en la masiva participación de negocios de todos los tamaños.
El Buen Fin nació en 2011 como iniciativa público-privada inspirada en el “Black Friday” estadounidense, diseñada para incentivar el consumo interno, reactivar ventas antes de la temporada navideña y apoyar la permanencia de empleos en el comercio formal. Desde entonces se ha consolidado como un evento anual que articula a cámaras empresariales, gobierno y sistema financiero para ofrecer esquemas de descuentos, meses sin intereses y, en algunos años, sorteos y verificadores oficiales de ofertas. Su continuidad responde a la lógica de crear ventanas cortas de alta demanda que permitan a las empresas mejorar flujos de caja y reducir inventarios.
¿Cuánto movió “El Buen Fin” en el Estado de México?
Para 2025 las autoridades del Estado de México anticiparon una derrama económica superior a 28,000 millones de pesos y la participación de más de 20,000 empresas registradas en la plataforma oficial, cifras que representan un crecimiento respecto a ediciones previas y apuntan a una distribución importante del gasto en municipios y corredores comerciales del territorio estatal. Estas estimaciones fueron acompañadas por proyecciones nacionales ambiciosas —con una expectativa de derrama por arriba de los 200,000 millones de pesos y más de 215,000 negocios registrados en la plataforma— que confirman la escala del ejercicio comercial.
En el Valle de Toluca, por ejemplo, las cámaras empresariales y autoridades locales reportaron una derrama estimada cercana a 11,500 millones de pesos durante los cinco días de la campaña, lo que evidencia la concentración del consumo en los principales centros comerciales y corredores de la zona. Estos volúmenes suponen, para muchos comercios, entre el 10 y el 30% de sus ingresos anuales en algunas categorías y son un balón de oxígeno para cobertura de nómina, pago a proveedores y rotación de inventario.
El efecto económico del Buen Fin se observa en varios frentes:
Ventas y liquidez para empresas. La concentración de ventas en pocos días mejora la liquidez de comerciantes y proveedores, lo que facilita pagos y evita cuellos de botella financieros de fin de año.
Activación del empleo temporal. Las tiendas, centros de distribución y servicios asociados suelen ampliar turnos y contratar personal temporal, dinamizando el mercado laboral local en el corto plazo.
Multiplicador local. Cuando el consumidor compra en comercios formales del municipio, parte de ese ingreso se queda en la cadena productiva local —proveedores, servicios de logística, transportistas y pequeñas industrias— fortaleciendo el ecosistema económico regional.
Visibilidad para MiPymes. Programas de promoción y la campaña “Consume local” que acompañan al Buen Fin permiten a negocios locales captar clientela y crear base de datos para ventas futuras.
Aunque el balance es positivo, El Buen Fin también reaviva retos de transparencia y protección al consumidor. Organismos como PROFECO continúan desplegando herramientas de verificación y recepción de quejas para garantizar que los descuentos sean reales y que las promociones se respeten. En ediciones pasadas las principales quejas han girado en torno a incumplimiento de ofertas y diferencias entre precios anunciados y finales; por ello, la fiscalización y la educación al consumidor son componentes esenciales para que el beneficio sea compartido y sostenible.
El País
Desde la óptica de política municipal y desarrollo económico, El Buen Fin funciona como una política no convencional de estímulo: no sustituye programas de fondo para mejorar productividad o capacitación, pero sí genera ventanas de demanda que pueden aprovecharse para consolidar clientes, probar promociones, digitalizar ventas y fortalecer la formalidad. Para los gobiernos locales, la coordinación con cámaras y la habilitación de operativos de seguridad y atención al consumidor son determinantes para maximizar beneficios y mitigar abusos.
Además, cuando la estrategia se acompaña con campañas de “compra local” y formación para comercios (precios claros, facturación, opciones digitales), el efecto se amplifica: más ventas, mejor formalidad y mayor recaudación local por actividad económica informada.
Las cifras preliminares de 2025 confirman que El Buen Fin sigue siendo una herramienta relevante para reactivar el comercio y generar derrama en estados de alta densidad económica como el Estado de México. Pero el valor real para las comunidades dependerá de la calidad de la participación: comercios que respeten ofertas, consumidores informados y autoridades que vigilen cumplimiento y seguridad. Para que la cadena de valor local crezca, las próximas ediciones deben incorporar más apoyos a MiPymes —capacitación digital, acceso a financiamiento puente y esquemas de promoción territorial— de modo que no solo se concentre la venta en grandes centros, sino que el beneficio llegue a barrios y plazas regionales.
El Buen Fin es, en suma, una oportunidad anual que exige responsabilidad pública y privada para transformarse en crecimiento sostenido. En el Estado de México, donde la diversidad de comercios es amplia, las políticas públicas que acompañen esta clase de iniciativas marcarán la diferencia entre un pico de consumo y un verdadero impulso al desarrollo económico local.





















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